miércoles, 7 de octubre de 2009

Borrador




Algo se cayó, algo se rompió. Algo quedó quieto en la sorpresa del impacto, la materia irreversible sobre el piso, el proceso irreversible sobre el silencio. Algo estaba demás, algo nos faltaba en los labios, algo que no era un beso, algo que ni siquiera era un intento.
No.
Algo pasaba en el reloj, algo pasaba de éste lado. Tus ojos que me miraban sin reconocerme, nuestros labios que parecían querer esconderse, nuestras manos que parecían esquivarse.
Y siempre los espejos, los reflejos, la luz
que dibuja toda ésta realidad efímera.
Y sin embargo este letargo, estos años
que se acumulan en materia inexistente del otro lado de nuestros ojos.
La memoria cambiante, el pasado mutante, los sueños tan reales.
Acá estás y no estoy, allá estás y yo no voy.
Acá pienso y no sé volver,
allá me equivoco y no sé volver.
Y el deseo, el sufrimiento, la risa y el dolor. El desgaste, la distancia, el llanto y el amor.
No puedo esconderme en las palabras donde nadie sabe buscarme, no sé gritar lo que siento donde tantos ojos siempre saben encontrarme.
Lo abstracto, lo profundo, lo efímero; siempre terrenal. La ambivalencia del rechazo, el espejo hecho pedazos, mi reflejo distorsionado. Y tantos yo, tantos que vos no conocés, tantos que no conozco, tantos que imploro. Pero ninguno ajeno, todos el mismo movimiento, todos la misma luz. Todos yo, todos reflejos, todos ninguno.
Y vuelvo si me pierdo, me encuentro si no entiendo, sonrío si aprendo a sufrir. Y vuelvo si siento el fondo, respiro si falta poco, abro los ojos… abro los ojos porque hay algo por sentir.

Y suspirar… y vivir.