sábado, 12 de febrero de 2011

Ensayo sobre los círculos, las parábolas y las rectas

Las personas somos, de manera conceptual, una constante cantidad de círculos, parábolas y rectas. En algunos casos es más fácil ver algunas de estas formas, según que cantidad de similitud tiene una actividad, una reacción o un simple pensamiento con respecto a la forma en la que se encuentra. La estabilidad de estas formas varía constantemente debido a que todo el tiempo se está interactuando con otras formas, nuestras y ajenas.

Los círculos están presentes a lo largo de nuestra vida, sin importar hacia donde vamos o hacia donde volvemos porque siempre estamos dando vueltas. Cabe resaltar que “ir” y “volver” no son solamente caminos –aunque también lo pueden ser–, sino también ideas, deseos, pensamientos buenos, malos o intermedios. En los círculos el cambio es constante, uno gira todo el tiempo hacia el mismo principio. Las personas van por la curva infinita porque el círculo no es más que alejarse por curiosidad, intuición, especulación, etc; y volver por miedo, dolor, nostalgia, etc. Es decir que el círculo puede ser un aprendizaje cualquiera, conocer a alguien o tratar de cambiar el mundo. Uno se aleja de un estado inicial para volver al mismo punto de partida, los cuales son teóricos.

El problema es que el círculo va mutando a medida que se gira en él y el principio y el fin también se modifican. Está es la naturaleza de los círculos: el cambio constante pero a la vez repetitivo. Se trata de un estado simbionte donde el punto de partida es consecuencia de un final al que se está yendo. Se podría afirmar que el principio y el fin no existen en estos casos ya que son iguales al resto de la circunferencia, pero las personas le dan mayor importancia a ciertos puntos del total de la circunferencia. Esto es lo que ocurre durante la rutina de una semana o el total de un año, ya que después de los puntos significativos (lunes a la mañana o primero de Enero, por ejemplo) el proceso no cambia con respecto a lo que en estados anteriores ha pasado.

Las parábolas son curvas donde el principio difiere del fin. Estos tramos son los más comunes a lo largo de la vida. Se caracterizan por empezar un proceso desde un punto inicial el cuál se incrementa o desciende de manera exponencial hasta llegar a un valor máximo (positivo o negativo) para luego volver a un valor similar al principio pero en otra dimensión. En éstos casos entran ejemplos como el amor, hacer ejercicio, ver una película y otros casos entre tantos.

Si en el hipotético caso que una parábola volviese al mismo punto inicial se transformaría en un círculo. Esta es la diferencia más significativa de las parábolas: uno se aleja del principio para alcanzar otro fin, otro estado u otra realidad. Y aunque no lo parezca muchas veces confundimos círculos con parábolas, siendo más peligroso confundir una parábola con un círculo que viceversa, ya que esperando el final de ése proceso se volvería a un principio ya conocido cuando se esperaba estar en un nuevo plano, con lo cuál se alteraría el estado siempre inestable de los círculos.

Las rectas son las manifestaciones más efímeras en cuanto a personas. Son impulsos cortos, muchas veces llenos de energía donde no hay tiempo para pensar dos veces las cosas. Las rectas se dan en casos de inspiración, dolor o felicidad en altos niveles. Las rectas rompen muchas veces con las leyes del tiempo y la conciencia, pero sus casos son tan inusuales que ni el tiempo ni la conciencia sufren graves cambios mientras se manifiestan. Al igual que las parábolas, las rectas tienen un marcado principio y fin pero sin variaciones exponenciales durante el proceso, ya que el máximo nivel exponencial alcanzado se encuentra en el punto final. Esto se debe a que en la manifestación de una recta se busca un claro objetivo final, el cual creemos que está a nuestro alcance si se actúa de manera eficaz y enérgica. En cuanto el impulso de las rectas decrece, éstas se curvan y dejan paso a las parábolas.

Estas tres formas y manifestaciones se entrecruzan todo el tiempo entre sí y hasta son causas las unas de las otras. En la eternidad de un círculo puede haber una recta o de una recta se puede caer en una parábola y después convertirse en un círculo. También pueden considerarse los círculos como un proceso general, donde una porción de éste sería una parábola y un punto efímero de la parábola se percibiría como una recta. Estas formas no pueden separarse las unas de las otras ya que se originan desde un proceso anterior y tienen como resultado un nuevo estado, por lo cual, si se separan estas formas las causas y efectos se condensarían infinitamente en un único punto.